JJOO: Expulsión de por vida
Penalti y expulsión!". "¡Rafa, no me jodas! ¡Me cago en mi madre¡, ¿expulsión de quién?". Este diálogo entre el árbitro Mejuto González y el linier Rafa Guerrero en un Zaragoza-Barça ha pasado a la historia de los 'gags' deportivos. Los micrófonos de ambiente desvelaron la conversación, los vídeos dejaron en evidencia al juez de línea, que ni acertó en el castigo de la pena máxima ni en el jugador local que debió tomar el camino de los vestuarios. De repente un anónimo portador de banderín se convirtió en un personaje público relevante. Al principio Rafa Guerrero vivió una pesadilla, dicen que incluso necesitó de escolta policial unos días. Pero acabó teniendo más de los quince minutos de gloria que el artista Andy Warhol reclamaba para cualquier mortal. Incluso protagonizó un spot publicitario.
Los árbitros y asistentes son invisibles cuando aciertan, su notoriedad está ligada a la polémica. En el taekwondo la tendencia es fijarse en los mamporros que se reparten los contendientes. Por el tapiz se mueve un tercer personaje que regula el combate. No hay ojos para él salvo caso excepcional, como que un cubano, Ángel Valodia Matos, lance una patada certera al árbitro en la lucha por un bronce olímpico. El caribeño solicitó atención para una lesión. Tendido, disponía de un minuto. Estaba aún reincorporándose cuando se cumplió el tiempo, y el sueco Chakir Chelbat dictaminó su derrota. Valodia estaba dominando por 3-2, y enloqueció. Su agresión es impresentable, y le costó (también a su entrenador) una suspensión a perpetuidad por mucho que denunciara la 'compra' arbitral por parte de los kazajos. El árbitro Chelbat sufrió una herida con sangre en el labio, aunque pudo haber sido peor ya que el cubano no empleó toda su fuerza. El juez se hizo visible, la acción ha sido inmortalizada en youtube. No es descartable que algún publicista la aproveche en el futuro para vender algo. Es el duro camino a la fama del árbitro
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